El uniforme

 Casi siempre ceno en compañía. Hace dos días una de mis amigas llegó acompañada de un señor mayor con buena planta. No nos conocíamos, policía nacional ya jubilado, reconozco que esto me inquietó y a la vez sorprendió. Llevaba viviendo en Madrid sesenta y ocho años. Ingresó como conductor y terminó de guardaespaldas de varios ministros de la UCD y en la era de Felipe González. La cena resultó interesante, junto con otras dos personas de confianza. Claudio prestó servicios a las Koplowitz, trabajó con Mario Conde y finalmente con los iraníes, grandes empresarios inversionistas estrechamente vinculados a los distintos gobiernos y casa real. Personalmente, los mejores clientes, así lo confesó. Delante de mis amigos aproveché la ocasión para que confirmara la gente famosa que sale en televisión con ficha policial por pederastia. No tenía más que nombrarlos y él asentía con la cabeza. Alucinados los presentes, claro. Aparte de hablar sobre Palma de Mallorca, el franquismo y la transición, la monarquía, sus integrantes, el 23F, hubo ciertas cuestiones que llamaron mucho la atención. Una de ellas es la rigurosidad de cara a las elecciones generales. Los altos mandos del ejército, guardia civil y policía nacional supervisan que la papeleta del voto obligatoriamente sea de Alianza Popular y del Partido Popular, después. Imposible ningún otro partido. Ni Vox, ni PSOE, ni Podemos, por supuesto. Deben llevar la marca de la casa. Y que no se te ocurra cambiarla porque te cuesta un consejo de guerra, la expulsión del cuerpo. Claro, alguien preguntó si existía la posibilidad de mantener dentro del cuerpo otra ideología distinta y como sobrevivir ante eso. Lanzó una pregunta al aire: "Qué porcentaje hay de que un policía sea de derechas". Reinó el silencio unos instantes. Unos decían, 60, otros 75. Me miró directamente y le dije, 80. Su respuesta no pudo ser más franca. El 99,9%. Salió a la palestra Billy El Niño, el rey de los carniceros. "Cuando entraba en algún garito de Argüelles, el personal huía despavorido, tal era el terror que suscitaba, un hombre menudo, insignificante, pero de un sadismo sin límites". La sangre me hirvió. Como es posible que nadie se haya atrevido a pegarle un tiro entre los ojos, me salió del alma. "Porque antes mata él, ahí donde le ves". En la mesa hay votantes del PSOE y uno de Podemos. Creo que del PP, también. Surge la discusión. Los ideales duran lo que una copa de cristal al caer. Él no sufre, mantiene que no hay ni un solo político de la tendencia que sea con un único objetivo, robar. Son ladrones institucionalizados en el Poder. Es un hombre tranquilo, prudente, educado, de buenas maneras, con modales correctos en la mesa. Conocí pocos así. Cuenta una anécdota. Estando cerca de Sol, en plena manifestación, una noche, sin uniforme, dentro de un coche, una chica visiblemente alterada se acercó corriendo tomándolo por taxista. "Lléveme a casa, tengo miedo de la policía". La cosa estaba revuelta. La situación le hizo gracia, la mujer además de joven, guapa, vivía cerca de Atocha, en un santiamén la dejó en el portal. No le cobró la carrera, con una sonrisa le contestó "soy policía, no tema". Me gustó esa lírica. Nos enseñó fotos de su perra Lola. Su mujer fallecía en 2019 y sus hijos decidieron que tuviera compañía. "Estoy completamente enamorado de ella. Quería traerla conmigo pero no me atreví". Después de la cena lo acompañé a la puerta, insistí para que me visitara las veces que quisiera con Lola. Lo noté agradecido. "Qué opina de los talibanes", "son demonios en la tierra, tarde o temprano se extinguirán". Hoy me llamó consternado, molesto, frente al nuevo decreto de la ESO. Un país para tontos dóciles. "Oye, dame la receta del pollo a la cerveza". Belén cocina el bacalao con pasas que ni te cuento. "Avísame y lo pruebo". Este fin de semana, fijo, y con Lola, festín perruno, me da la risa.

Imagen: EFE



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