El amor incondicional

 La pareja perfecta del narcisista es aquella que cree en el amor incondicional. Una persona empática que ciegamente vaya a soportar cualquier cosa a cualquier precio. En base a este amor abusivo aceptará el engaño del narcisista, los cuernos, ausencias, idas y venidas, ya sea solapada o abiertamente. Es un hombre o una mujer que "tragará" carros y carretas. No se sorprendan, el porcentaje de matrimonios, uniones y parejas, actuando bajo este mecanismo es bastante elevado y más, teniendo en cuenta, que van a aparentar una pareja perfecta, sin conflictos. No es amor, es abuso, pero el lavado de cerebro llegará al límite de pensar que todo aquello que esté bien o esté mal es soportable en aras del amor. Así lo interioriza la víctima. Cuando el narcisista busca alguien para su vida no va a elegir a un ser retorcido, envidioso, neurótico, oscuro, maligno. Todo esto ya lo es él, no quiere competencia. Las personas nobles, generosas, ingenuas, honestas, acostumbradas a dar aunque no reciban nada. Al demonio siempre le cautivó la luz, todo lo que pueda corromper, ensuciar, dañar, aniquilar. Que no conozcan la maldad. Nervios, ansiedad, depresión, tristeza, angustia, dolor, sufrimiento, esto es lo que el narcisista cambiará en aquel espíritu limpio que conoció, hasta convertirlo en una charca. Suele decirse que los que se acuestan y levantan en el mismo colchón son de la misma condición. En psicología no se puede juzgar nunca a la ligera, no es una regla matemática, por eso dar por hecho ciertas cuestiones en base a las apariencias es un error garrafal. No estamos hablando de que usted tenga esa capacidad especial, esa intuición poderosa, ese instinto sabueso que le advierte por aquí sí, por aquí no, la víctima es víctima por algo y ese algo se llama "anclaje", la imposibilidad de ver, discernir, quedarse fijada a ese manipulador completamente ciega, a merced de este juego diabólico. No es falta de inteligencia, las víctimas suelen ser sujetos con índices superiores a la media e incluso, superdotados. Un caso como ejemplo, Chopin y George Sand. Un carácter sacrificado, abnegado, acostumbrado a ceder, incluso en personas con carácter, son un terreno propicio para las ambiciones del narcisista. En caso de no tener hijos y que el narcisista los aporte a la relación, la víctima deberá entregarse con devoción a su crianza, como propios, bajo la constante mirada de atención del perverso, que le recordará constantemente sus deberes como madre, esa madre perfecta dentro de una familia perfecta. Si surgiera algún problema de entendimiento en el clan, el narcisista proyectará la culpa a la pareja por no entregarse lo suficiente, sobre la capacidad de esforzarse aún más, porque el defecto está en ella, en su falta de valía por no extralimitarse. Es un vínculo traumático que no es fácil romper. La postura sumisa es una indefensión aprendida. El narcisista necesita, a toda costa, admiración, validación, atención, lo demás no importa. Y aún así va a descartarte, abandonarte, sin marcharse, porque eres de su propiedad, una herramienta para su ego, para servir a sus propósitos. Si la víctima consigue salir de esa relación tóxica a través del contacto cero y decide iniciar otra relación, el depredador emocional seguirá considerando a su víctima de su propiedad. Control y poder. Él no es un ser empático, no va a estar ahí para escucharte, apoyarte, a tu lado, cuidando de tí. Ante el descarte o abandono es muy difícil echarles de casa. Ellos entran y salen, desaparecen sin explicaciones, y aunque den por finiquitada la relación, en un descarte abierto continuará en el hogar para que la víctima albergue esperanzas y para ejercer control. No cambian, nunca va a cambiar, esta es su conducta de por vida, eres su fuente de combustible hasta la muerte. Te podrá descartar pero nunca soltar, porque el narcisista siempre vuelve. No busques el diálogo porque él tiene la última palabra, él lo decide todo en una relación, tú eres un cero a la izquierda, no existes. "Lo siento, estoy arrepentido", un show, mentira, una careta, el narcisista, como el vampiro, solo aspira a dos ingredientes básicos: la depredación y el combustible. Quiérete, sal del infierno.

Imagen: Pinterest


Rafa Sánchez. Vampiros







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