Carmen, Nada

 Siempre se ha dicho que los críticos literarios no valen para nada. Sirven a intereses editoriales, corsés y circunstancias. A ver quién se atreve a decir que Marcel Proust es aburrido. Con Carmen Laforet pasa lo mismo, hipocresía y banalidad. Resulta más cómodo, convencional, la postura de otorgar cierto misterio al autor para mantener las ventas y numerosos artículos insustanciales. Con veinticuatro años, Carmen Laforet ganaba el premio Nadal, 1944, dotado con un millón de pesetas, hoy son dieciocho mil euros. El premio Nadal de Novela, entregado desde 1945 por Ediciones Destino, perteneciente al Grupo Planeta desde 1988, el premio más antiguo de España, que se otorga cada seis de enero en el Hotel Ritz de Barcelona. Por supuesto que leí Nada en mi adolescencia. No me lo podía perder, sacrilegio. Pero, ya llegaremos aquí. Pirueta, salto mortal, y corro tres pueblos para extraer un texto de "hay una lesbiana en mi sopa", que escribe artículos magníficos e interesantes. Dice así de Carmen Laforet: "España le ha enseñado que tiene que casarse lo antes posible o se le pasará el arroz y se quedará para escribir novelillas, así que no tarda en comprometerse con Manuel Cerezales, un señor, muy señor". Lo primero que capté en la obra Nada fue precisamente esto. Yo tendría dieciséis, diecisiete años. Hoy sabemos que mantuvo correspondencia y amores platónicos con Lili Álvarez y Elena Fortún. Amistades que termina perdiendo por su falta de coherencia. Suele ocurrir cuando juegas al aquí te pillo, aquí te mato, salvando la ropa, lógico. "Es uno de los enigmas literarios con demasiados recovecos sin descubrir". La censura, el tabú, es evidente. Cinco hijos, dos de ellos, escritores. Y encima, Cristina es quién recopila, aglutina, información, cartas, notas, recuerdos, para mantener ese "misterio" tan digno de su madre, blanco y en botella. "De agnóstica a su reconversión al catolicismo. Para volver a un retiro voluntario, depresiones, la separación de su marido y un rechazo total hacia la vida pública". Palabras de su hija, al pie de la letra. Le faltó el coraje de Ana María Matute, Carmen Martín Gaite o Josefina Aldecoa, que sí desafiaron el oscuro papel reservado a la mujer en la España franquista. Leo que algunos críticos han comparado Nada con Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë. Que se pongan gafas y aprendan a leer, cero en comprensión, porque la riqueza literaria, descriptiva, de Brontë, es incomparable al estilo aburrido y soporífero de Laforet. Otra, el editor Otero Barral la compara con Virginia Woolf. Pues, tampoco. Nada, La familia de Pascual Duarte y Cien años de soledad, las tres novelas en lengua española más traducidas de todos los tiempos. Enhorabuena, este artículo no busca demoler ni a la obra ni a la autora. Laforet tenía talento, eso es indiscutible. Y encima, era guapa, más estimulante, con un aire a Lucía Bosé, la madre de Miguel. Pero que Carmen fue su peor enemigo, ella misma, lo ve un ciego, coño. Ay, Laforet, me hubiera encantado conocerte, chica. "Y al que te hiriere en la mejilla, dale también la otra", sí, claro, pon el culo y que te den. La escritora decidió torturarse, negarse, en aras de ese masoquismo que tan bien vende la religión, costándole la salud. Basándose en los recuerdos de Carmen, diarios, anotaciones, escritos, la escritora añora siempre la niñez transcurrida en las Islas Canarias, una niña libre, rebelde, de gran personalidad, que ya pensaba y se presentía distinta de la manada. Recordemos que nace en Barcelona, hija de arquitecto y profesora. A los dos años, la familia viaja y reside en las Islas Canarias por motivos de trabajo, más tarde dará el gran salto a Madrid. Recomiendo leer Nada, "una novela que contrapone los sueños de una adolescente con la cruda realidad que le toca vivir, dónde no sucede nada trascendente", un pájaro en una jaula soñando con volar. Carmen Laforet fallece en 2004, en Madrid, a la edad de ochenta y dos años, con demencia senil. Deja escrito y publicado: La isla y los demonios, La mujer nueva, La insolación, Al volver la esquina, Puntos de vista de una mujer, Tres pasos fuera del tiempo, que se completó con Mis mejores paginas y Paralelo 35. Cuentos: La llamada, La niña y otros relatos. Ensayos: Gran Canaria, Mi primer viaje a USA. Reportajes y artículos. Llegó a ser candidata al Príncipe de Asturias de las Letras en 2002. "En 2003, Cristina Cerezales publicó Puedo contar contigo, que contiene la relación epistolar entre su madre y Ramón J. Sender, 76 cartas en la que la escritora desvela su silencio literario, dos décadas, y la necesidad de intimidad que la alejaría de la vida pública".  Café solo y sin azúcar, por favor.

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