La isla

 La Isla de San Simón, donde se fraguó la batalla de Rande, dentro de la Guerra de Sucesión española. La conoció bien el pirata Drake. Durante la Edad Media, diferentes gremios de artesanos, franciscanos, templarios, la habitaron. Un inciso, aconsejo la lectura de "Templarios, de pobres caballeros de Cristo a banqueros de Europa". Un magnífico artículo de La Vanguardia, firmado por José Luís Corral y Alejandro Corral Orea, publicado el 05/07/2021. Continúo. Tuvo leprosería, donde los contagiados permanecían hacinados hasta la muerte. Y un campo de concentración franquista. De adolescentes, desde el Club Náutico de Vigo, a vela hasta Cíes y en dirección opuesta, a Pontevedra y Vilagarcía de Arousa, observábamos, muy cerca, al pasar, la isla. Escuché en casa muchas historias, terribles, oscuras, reales. Vázquez Montalbán, en Erec y Enide, 2002, recrea la obra en la Isla de San Simón, a la que bautiza como La Isla del Pensamiento. Acacias, palmeras, tilos, castaños, camelias, plátanos. Los poetas Mendinho, Xohán de Cangas, Martín Codax, Julio Verne, la  mencionan. Dos islotes, San Simón y San Antón, unidos por un puente de piedra. El monasterio benedictino fue arrasado por árabes y normandos. Sobreviven mitos y leyendas que apuntan a un laberinto subterráneo lleno de salas secretas, tesoros y papeles, manuscritos. Documentación que reflejaría pactos, rituales, conjuros, cartas incluso, de diversa índole, religiosa, política, materia reservada. Vaya usted a saber. "Yo la visité tres veces", dice Belén. La recuerdo rodeada de bruma, una niebla espesa que la ocultaba por completo, misteriosa, desde cubierta, y a medida que avanzabas, un frío recorría la espalda, una imagen fantasmagórica, llena de dolor, propia de cuentos, ensoñaciones, algas verdes, marrones y el grito de las gaviotas. Mientras un cinturón de roca, arena, donde las olas rompían con fuerza, como cuchillos, y la lluvia incesante te calaba hasta los pies, a pesar de las botas e impermeables. Hechizado por la belleza de la imagen, conservada siempre con cierto temor en la memoria. En relación al campo de concentración franquista, Fernando Lago Búa, el director de la prisión, conocido como "el traficante de carne humana" y máximo responsable de crear un clima de terror, "hacer de la isla un verdadero infierno", su lema, junto con el médico forense, Francisco Bustelo y el teniente de la Guardia Civil, Francisco Rodríguez, apodado "El Rabioso". La isla del demonio, la isla de las voces, la isla de los infiernos, la isla de las almas en pena, apelativos populares de la época. "Qué tontería, pura superstición". Miro para otro lado. "Pero estuviste o no en la isla". Carmen lee en mis ojos y hábil cambia la conversación. No, nunca pisé San Simón. A mí, lo que me volvía loco era investigar en casas abandonadas, con cuerdas, linternas, una guitarra, bocadillos de plátano con chocolatinas, la grabadora en mano para registrar cacofonías. Leíamos a Enid Blyton, la colección de los cinco, una pandilla de siete, un mexicano y un brasileño, todos de Vigo. Reíamos, cantábamos, con mierda y polvo hasta las trancas, caminando hasta Alcabre y Samil. Que si la Santa Compaña, bruxas, meigas, ovnis, extraterrestres, el Jonathan, siempre cerrado, y Karina Falagan, a la que nunca conocí. Por cierto, otra cosita, cambiando de tercio. La otra noche cenando en casa de Carmen vimos una película, una joya, un alimento para el espíritu, Autoservicio de lavandería, del director japonés Yojiro Takita, basado en la obra del escritor y poeta, Aoki Shinmon. En Youtube la encuentras. Todavía sigo levitando, en medio de tantas palomas blancas, sí. Con menos bombo y platillo, otra isla refugio de piratas y corsarios, la Isla de Sálvora, perteneciente al Ayuntamiento de Riveira, provincia de A Coruña. De propiedad privada desde el medievo, es adquirida por la Xunta de Galicia para su gestión pública en 2008 y accesible al público a partir del 2010. Otra historia, harina de otro costal.

Imagen: turismoriasbaixas.com


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