La envidia

 Que larga es la vida, hermanos, cuñaos, preciosos, preciosas, familia, que larga es la vida, sí. La vida siempre la vivencié interminable. La vida es corta, la vida es un soplo, la vida son dos días, la vida pasa volando, para nada. A lo largo del camino solo encontré una persona que coincidiera conmigo en este argumento, Esther Tusquets. Miro las redes. La envidia es dolor, por eso la envidia es uno de los mayores cánceres que tiene España. Todo es crítica, degüelle, indiscriminadamente. Nada queda en pie, arrasado como la lava, como una falla de Valencia. España enlutada, de negro riguroso el alma, con mondadientes, de tasca o resort, da lo mismo. Un país de miserables. Sangre y arena, paso militar o bajo palio, estigmatizada hasta los infiernos. Noticias, premios, libros, cine, ideas, inversiones, personajes, anónimos o públicos, un odio ancestral, por todo, nada escapa a la guillotina del que opina, hasta las buenas obras, intenciones, aportaciones intelectuales, segadas por la guadaña de la envidia, la intoxicación, el exabrupto, la mentira, la calumnia. La envidia como carcoma, moho, escupitajo, mierda. Un espíritu amargado que rezuma ponzoña, el resentido. Marta solo tuvo dos amores, Rod Stewart y Phil Collins. Perdía la cabeza por los feos, todos sus novios eran para colgarlos de un pino. Ella tan hermosa, con ese parecido a Sofía Loren. Aunque mira con quien se casó la artista, Carlo Ponti. Años después no podía escuchar a uno y otro sin emocionarme y sentir mariposas en el estómago, recordando a mi hermana en la cocina, con la radio a tope y los cuarenta principales. Eran cerca de las dos de la tarde, calle Príncipe, Vigo, con la carrera terminada, en una de las terrazas, frente al Museo Marco, antiguamente, la cárcel. Oteaba el horizonte, de incógnito, la última vez, han pasado décadas sin volver a Galicia y sin novedad en el frente. Rita caminaba, stop, mirando un escaparate, la poeta, dramaturga, ahora, fotógrafa, también. Sonreí a lo lejos y vino a la mesa. "Los sueños se convierten en realidad". Nunca pasa el tiempo porque el tiempo es una ilusión. Hablamos largo y tendido, interesante, conservo perfectamente esa conversación en la cabeza, la memoria, sin falsear. "Tengo cosas que hacer", mirando el reloj. "Qué cosas", "no sé, cosas, la gente hace cosas", "sigues navegando sin rumbo fijo". Es imprescindible no confundir ciertos términos. A la deriva van los barcos que se perdieron. No es el caso. Para una poeta, con obras de teatro, este pequeño detalle es recogido sutilmente, de inmediato. "Y ahora, cuál es la siguiente parada", "New York". Ella ha sabido de mí, yo he sabido de ella, por la prensa, la televisión. Jamás hemos vuelto a encontrarnos, ni por Madrid. Have you ever seen the rain, I don't want to talk about it. Marta al teléfono, llorando. Es que el signo de los Cáncer, es muy jodido, están regidos por la Luna. "Qué ocurre", "sigo enamorada de Phil Collins y Rod Stewart, gracias por los vídeos". Que familia de locos, madre mía. Y que llora como una Magdalena, que flipe. Lloramos porque queremos ser lo que fuimos, espíritus puros, Baby Jane, enamorados de la vida, del amor, esa época dorada donde no practicábamos autopsias con el vecino, no tocaba, todo era perfecto en nuestros corazones. Y el que salía torcido, era un neurótico. Yo nací poeta, por lo tanto, el amor, la fantasía, la magia, la Belleza, lo raro y excepcional, la delicadeza de una voz, piel, una mirada, esa canción dedicada, por destino y maldición, abrigarán mis días, mis carnes, hasta el final, la partida decisiva, tierra firme. Ya sé que es jueves y que el número veintitrés suma cinco.

Imagen: Michael Cheval/ Pinterest


I don't want to talk about it

Entradas populares