El hijoputa

 No existe otro país que siembre mejor  al hijoputa por centímetro cúbico y se reproduzca por esporas. Campos llenos, estadios, colegios, instituciones, hospitales, y en los despachos. En el mío, por ejemplo, esta mañana. "A tí te falta probar con una tía de Valladolid, las que mejor follan, y que sea funcionaria, mejor que mejor". Sigo con el café, repasando unos informes y contestando al teléfono. De fondo, el hijoputa continúa, a piñón fijo: "Verás, tuve una novia que era de Lepe, tenía plaza en Lepe, de profesora, pero el picadero en Valladolid. La ponía sobre mis rodillas y le pegaba unos azotes, ya sabes, el morbo de colegiala, con uniforme, medias y zapatos de goma, de cordones, la ostia, macho, como dos motos, a cien por la autopista, aquello sí que era un flipe". Pero que he hecho yo para merecer esto. Nunca disimulé bien, pero sigue sin darse por aludido, y juro que mi cara es un poema. Llamo a seguridad y digo que se lo lleven. "Pero tío, que haces, eres gilipollas, mandarme a los seguratas". La falsa llamada resultó, lo que importa. Este no me la vuelve a liar, fijo. A tomar por culo. Claro que tuve "algo" en Valladolid. Algo especial, con una dama que, por circunstancias de la vida, otro había llegado antes que yo, su marido. No pudo ser. Como follaba, nunca lo supe, solo lo imaginé, de película. Inevitablemente, Valladolid siempre me transporta a Delibes, Umbral y Concha Velasco. Al escritor nunca lo traté aunque leí casi todo. Busco en Google, 31 grados ahí, un grado más en Madrid. Lola Herrera, Juan Antonio Quintana, Ana Otero, Emilio Gutiérrez Caba, Aurora Bautista, Fernando Cayo, Ágata Lys, Diego Martín, José Zorrilla, Rosa Chacel, Lalo García, Miriam Blasco, Celtas Cortos, Felipe II. Peor que la lista de la compra, siempre omites algo, olvidas, y el listado es enorme. Sonando Gabinete Caligari, que Martes y trece cambiaría por Gabinete Cagalera: "Bécquer no era idiota ni Machado un ganapán, lentamente caen las hojas secas al pasar, todo el mundo sabe que es difícil encontrar en la vida un lugar. Voy camino a Soria, tú hacia dónde vas, allí me encuentro en la gloria que no sentí jamás". Ahora estoy con Elvira, de Pontevedra, en un dos caballos verde loro, en segundo de psicología. Rumbo a Os Peares, Ourense. "Es que no tienes otro casette, esta canción una y otra vez". "Lémbrame a un mozo de Soria. Morreu o ano pasado, as drogas". Llora a lágrima viva mientras conduce. "Imos parar, coas bágoas non podo ver a estrada, dame lume". "Celtas o Habanos", "fai o que queiras". Nunca llegamos al destino. Aquella conversacion duró toda la tarde acompañados por "María Castaña", un vino dulce que servían a los estudiantes en Santiago de Compostela, en unos mini vasos, diminutos, de cristal, y que costaban dos perras, claro. La generación de las cartas de amor, correcto. Pero que cojones, en qué estoy pensando. El hijoputa de marras. Todo empezó por este idiota y los Caligari, vale. Tengo el trabajo rematado, sobra tiempo. Por mi teléfono privado, Belén: "Qué haces, figura". "En Mallorca, chica", ríe a carcajadas, feliz. Desde la playa, en un chiringuito, en ese Sintra, mágico, una belleza, cerca de Lisboa. Me cuenta cosas, ahora Carmen, más cosas. Belén no regresa al despacho hasta el dia veinte. "Quedaros ahí para siempre". "Tu es désolé, je remarque". Soy un libro abierto, la madre que me parió, que rabia. "Estoy más contento que unas pascuas", "el jueves, ya falta menos, cari". Cuelgo, basta de sentimentalismo, parezco de telenovela. Encargué una empanada para comer. "Tenemos de gambas, setas, jamón y queso, pulpo, lomo con chorizo y zamburiña, con masa de hojaldre". "Zamburiña, por favor". Enorme, para tres días. A los perros les encanta, entienden de gastronomía. Nada más aparecer por la puerta, como locos. Pongo jazz, otro paseo con ellos. Hablo con unos vecinos, en la Plaza de las Salesas, una pareja, siempre hay poca gente, depende de la hora, nadie, muy tranquilo. Miro los escaparates, por Barquillo, Marqués de Pontejos y a casa. Una amiga que ya no vive en Madrid, anda por Barcelona: "Dónde te metes", "en la madriguera, como los conejos", "vamos a Chueca, a la plaza, a tomar algo". Otra vez para atrás. Bla, bla, bla. Una tónica, un vermú. Natacha: "Has comido", "aún no", "estamos dónde siempre, en el Retiro", "voy para allá con una amiga". Camino con los perros y Mimí. "Que cambiado encuentro Madrid después de ocho años, que pena". Yo lo sigo viendo igual. Más lejos, más cerca, en la memoria del corazón, donde no defrauda, ajeno a olvidos, entre la realidad y la fantasía.

Imagen: Pinterest


Tierra. Xoel López

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