Apatía

 Desde el viernes vuelvo a pasear por las calles de Sevilla, una necesidad. De la estupidez humana estoy curado, de los acontecimientos mundiales que se avecinan, no. De ahí este misticismo, esta huída, la ausencia, el celo por la privacidad y este maldito blog al que cualquier día, como si de un bar se tratara, echo el cierre y santas pascuas. Sí, el laboratorio de psicología persuasiva se encuentra en la Universidad de Stanford, en Silicon Valley, la meca de la tecnología, Valle de Santa Clara, California. El desencanto cede a la literatura. Una pila de libros y ese ansia voraz por sumergirme en historias diversas, alto voltaje. He prestado a Belén "Manual para mujeres de la limpieza", ya lo leyó en cierta ocasión, de Lucía Berlín. Carmen está con "In the land of men", la versión en inglés de "En tierra de hombres", de Adrienne Miller. Voy a mencionar dos obras que aconsejo leer. Lecturas fluidas, sencillas, sin complicaciones, que invitan a la reflexión sin ser demasiado espesas y a la evasión. "Si dijéramos la verdad", de Clare Pooley, editado por Grijalbo y "Antes de que se enfríe el café", de Toshikazu Kawaguchi, Plaza & Janés. Un inciso, como es menester. Barco a Venus, de la pirámide a la carpa, de once millones de euros a la bajada de ascensor y los nazis, cuatro gatos, dando más pena que gloria, patéticos. Por cierto, los que conocimos a Ángel Cristo, era un animal, una mala bestia. Ahora sí, cinco y acción, al meollo. "Antes de que se enfríe el café", una novela sobre el amor, el tiempo perdido y las oportunidades que están por llegar. "Una mesa, un café y una decisión. Eso es todo lo que hace falta para ser feliz". Tokio, una cafetería en un callejón, cuatro clientes y una silla. Una vez que se sienten pueden regresar al pasado. Con más de un millón de ejemplares vendidos en Japón y una adaptación al cine y al teatro, obteniendo éxito y premio. A través de cuatro historias el dilema es sugerente: Qué cambiarías si pudieras regresar al pasado, a quién querrías ver por última vez. Mola, verdad, tiene cojones, tan fácil como tirar de la cadena del váter, sí. Volverás cuando el café se enfríe y el presente no cambiará. Es esperanzador porque siempre podrás regresar a casa y colgarte de una viga, o echar unos polvos con la portera. Una apuesta interesante para este debutante que además es productor, director y guionista, nacido en Osaka, 1971. El plato fuerte sin discusión, "Si dijéramos la verdad", de Clare Pooley. "Nuestra vida no siempre es lo que aparentamos. Una cafetería, un cuaderno y la oportunidad de contar la verdad". Mónica encuentra la libreta olvidada de uno de sus clientes: el proyecto de la autenticidad. En esta libreta, que viajará de mano en mano, seis desconocidos escribirán las confesiones que hasta ahora no se habían atrevido a compartir con nadie. Corteza y miga. Más de uno saldrá corriendo a comprarlos, lo sé. Rod Stewart regresa al escenario, con setenta y seis años, y el tema One more time, el doce de noviembre. La letra es una mierda, la melodía, fantástica y él no defrauda. Como roncan los perros, que miedo. Aprovecho para salir y tomar un helado. La chica de Valladolid lo pide de turrón, acierto o no, creo que sí. "Hay de jamón serrano, caviar, tortilla de patata, ajo, cerveza, pescado, empanada gallega". Suspiro con cierto desasosiego. Por los clavos de Cristo, de nata y fresa. "Vainilla con chocolate", dos bolas. Manda huevos, claro, tonteando con un guiri se le fue el santo al cielo. "Le monsieur a demandé de la crème et de la fraise", un paseo y de regreso a Madrid, sin prisas, estirando el tiempo.

Turnedo

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