Anotaciones fugaces

 Hoy toca ensaladilla rusa, sí. Aconsejo leer "Por qué las religiones odian a las mujeres", publicado por Pikara Magacine el 17/12/2016 y escrito por Fuensanta Hernández. A tí te falta tiempo, a mí me sobra. Me ha sobrado siempre. Tiempo para ganarlo, tiempo para perderlo. La gente se queja de haber engordado con tanto encierro. Nos quieren gordos, feos, deformes, locos y viejos. No lo ves, claro. Y eso que voy acertando. Hace una semana que lo dije en el artículo Dinero, gana Olof Scholz. Todavía no sé cuáles son los verdaderos motivos de Ayuso y Sánchez en ese viaje a USA. Lo sabré pronto, que pueda contarlo o no es otro tema, pero por los dosieres que manejo tengo una ligera  idea. La juventud no es la ausencia de arrugas. La juventud representa esa luz, esa bombilla en el rostro y que desaparece, se apaga, a partir de los cuarenta. Debido a los hábitos y oxidación, a los pliegues del alma. Actualmente es más efímera, los jóvenes empiezan a fumar y consumir alcohol y drogas a partir de los trece, catorce años. Esto pasa factura. El código origami, apasionante. Michi hacía palomas, conejos, arañas, flores, con una facilidad asombrosa. Yo he construido escenarios que, una vez fotografiados, transformaba en obras de arte digital por ordenador. "Un cuadrado de papel sin cortes". Origami geométrico y abstracto. En la abstracción situó la realidad. "El pliegue es una fuente esencial de los procesos naturales". Izquierdas, derechas, que aburrimiento, el círculo viciado. A ver si te enteras, mediocre, que puedes no tener nada, vivir en la más absoluta miseria y ser odiado por ser universitario, por el solo hecho de tener un título. Te entra o no te entra. No lo has vivido, claro. Muérete, hijo de puta. No, no es ninguna obligación permanecer ligado a la unión europea. Amén, ave César, los que vamos a morir te saludan. El ataque a Gran Bretaña está orquestado por la partitocracia y oligarquías. Pero tampoco lo ves, claro. Ves lo que te dejan ver, y lo que te dejan ver lo aplaudes porque es la verdad incuestionable. Aunque haya sido la mejor elección de los ingleses, no vaya a ser imitado por el resto. Alemania, el vampiro por excelencia, se quedaría sin sangre para engordar a las vacas del capitalismo, junto a su hermano menor, Francia. La deuda cuánto más impagable, mejor, un timo, una ruina, una ilusión. España, un cortijo, un cagadero, intervenida al antojo de sus propietarios, que viven fuera, para colmo son extranjeros. Pero ustedes son modernos, progres, ya sean de VOX, PSOE, PP, PODEMOS, da lo mismo, siglas, divide y vencerás. Han vivido y trabajado fuera de España, no. Conocen el mundo en general más allá de su váter, tampoco. Opinan, creen, suponen, oyen. Saben hacer la o con un canuto y tocarse los cojones. Otro día hablaré de los castrados. Quejicosa ha madrugado, al teléfono, otro sueño: "Todos me perseguían, José, Paco, la comadre, el suegro, los sobrinos", "sí, una piara". "Por el monte, de noche, y una luz desde el cielo me iluminaba con un foco", "un avión, un helicóptero", "no, un platillo volante, y mi nieto gritaba: no corras abuela, no tienes dónde esconderte". Manda huevos, una película de terror. "Pero la miga está aquí, yo contestaba: elije, esclavitud o libertad". El sillón giratorio, un Lucky, Luísa con un café. Le digo con una seña que espere. "No te parece todo alucinante", "por supuesto, lo es". Nunca hay que desanimar al adversario. Caridad, un poco de caridad. "Oye, que tal la perra". "También ve cosas, es el despertar galáctico, supongo". Todo muy normal, la madre que me parió. Marta, por el otro teléfono, sin coche, para el desguace, así fue la ostia de grande. "Estoy gafada, limpia, sin moratones en el pecho". Respiro aliviado. No atropelló a nadie, salió indemne del accidente, el coche destrozado pero sigue considerándolo mala suerte. Así somos los humanos. Mala suerte es la incapacidad para amar, para vivir, para ser feliz. Esas personas que jamás se enamoraron, que pena, que vida tan estéril. La otra noche veía un monográfico dedicado a Judy Garland, una joya. Un genio en la adversidad. La mejor pagada de Hollywood en los años treinta. Cantaba como Whitney Houston, bailaba como Fred Astaire. A los cinco años pisaba un escenario con sus hermanas, su padre era el dueño de un teatro. Víctima de una niñez terrible. Los padres utilizaban anfetaminas para que pudieran resistir horarios de catorce, dieciséis horas, y para dormir, somníferos. Murió con cuarenta y siete años, por el abuso de los barbitúricos. Aquejada de depresiones cíclicas por los efectos secundarios. Los médicos le pronosticaron cinco meses de vida, vivió bastantes años más empeñada en retar a la muerte. Cinco matrimonios manejaron las finanzas, cinco maridos la arruinaron. Y volvía a levantarse, a construir un nuevo imperio. Con su talento, el Rey Midas. Pero las putas pastillas vencieron al mito, eterna, maravillosa, inimitable, Judy Garland. Un genio, repito. "Vivimos siempre como millonarios, éramos millonarios, pero a mi madre nunca le interesó el dinero", Liza Minnelli. Ambicionaba ser querida. Aquella niña no podía nacer. Los padres buscaron abortar, sin éxito. "Más estrellas que en el cielo". Un martes que parece lunes, a que sí.

Imagen: fundacionrenéenavarreterisco.org


Destino o Casualidad


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