Pavos reales

 Hay una tía cachonda que de vez en cuando me toca las pelotas. Vamos a ver, cari, nadie prefiere comer un bebé a la parrilla con salsa de tomate y pimientos verdes pudiendo elegir entre una buena lubina, preparada por la suegra un domingo, marisquito rico recién pescado en Sanxenxo, o unas croquetas de jamón serrano en Casa Labra. No, guapetona, no. Que una descerebrada aconseje comer niños para reducir población no deja de ser una noticia más en este valle de lágrimas. Todavía conservo la fe en la Humanidad. Por cierto, ya que haremos juntos el Camino de Santiago, aprovecharemos tanto matojo desperdigado  para echar unos polvos a la luz de la luna. Con este calor abrasador, la Quejicosa al teléfono. "Dónde estás", "en Cancún, haciendo las maletas", "es que tuve un sueño extraño, de esos raros". Bla, bla, bla, el sueño de marras. "Voy por el monte con la perra y a lo alto, sobre una piedra enorme, tú sentado en una silla gigantesca, de madera. Y comienzan a llegar pavos reales, por todas partes, como legiones". Vaya por Dios. "Es la llegada del Anticristo". No lo pilla, cree que hablo en serio. Sigue con el relato: "El cielo cambia a color morado y caen billetes, muchos billetes", "materialismo, penitencia, mortificación por el dolor de los pecados". En serio, hay alguien en este auditorio que pueda darle importancia a tantas gilipolleces de golpe, imposible. "Otra vez, Marta", "sí, Belén, tiene un atasco grave en las cañerías". Cambio de tema que ya aburre. Quejicosa está pasando unos días en Ávila. "Con lo a gusto que estaría en Málaga, Cádiz o la Costa Brava, pues no, este zopenco solo quiere veranear aquí". Mándalo a la mierda, chica, un funcionario triste, que deprimente. Lo pienso, claro, nada más. Corto y fuera. Por si las moscas, un Euromillones para esta noche, no vaya a ser profecía. Sesenta y cuatro millones de euros para hoy, la leche. "Pásame el abanico, apaga el aire acondicionado, please, siento un polvillo en la garganta", "son las gramíneas, bebe un poco de agua". Quinientos treinta kilómetros hasta Madrid. Cuatro horas, cuarenta minutos, Carmen pisa a fondo, en tres, por Alcalá, llegando a la Cibeles. Un Jaguar E- PACE del 2020. Ya me olvidaba, soñar con  pavos reales significa ego, soberbia, orgullo. Ay, Sevilla, vida de mi vida, voy a echarte de menos. "Y este paquete que pesa tanto". "Un ocupa para el salón. Esperanza Macarena, una escultura de un metro de altura, sin contar la corona, pintada al óleo por veladura, lágrimas de cristal, pestañas de pelo natural, cuerpo de candelero de pino de Flandes y no sé qué más. Te hará compañía". "Ce qu'il nous a coûté de le cacher et de ne pas le découvrir, ma mère", "menuda odisea, figura, las pasamos putas". Qué detallazo, no me lo podía imaginar, un millón de gracias. "Ahora mueve el culito y ayuda a cargar, que eres el regalao, chatín, y a cenar". Sí, tengo hambre, caramba.

Imagen: Pinterest


Pavo Real

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