Pajas mentales

 Un heterónimo es una identidad ficticia, fingida, creada por un autor, al que atribuye parte de su obra. En este caso, el autor no solo inventa un nombre sino que construye un personaje para ese nombre, con biografía y estilo particular, a través del cual se expresa sin dejar de ser él mismo. Antonio Machado adoptó los heterónimos de Juan de Mairena y Abel Martín. Fernando Pessoa fue Alexander Search, Álvaro de Campos, Bernardo Soares y Ricardo Reis. Un inciso. He vuelto a recuperar la lectura de Las inquietudes de Shanti Andía, una obra magistral de Pío Baroja. Miren la lucidez con la que se mantiene el texto en la actualidad, publicado en 1911: "Las condiciones en que se desliza la vida actual hacen a la mayoría de la gente opaca y sin interés. Hoy, a casi nadie le ocurre algo digno de ser contado. La generalidad de los hombres nadando en el océano de la vulgaridad. Ni nuestros amores, ni nuestras aventuras, ni nuestros pensamientos tienen bastante interés para ser comunicados a los demás, a no ser que se exageren y se transformen". Que jugada, que remate, cabezazo y gol. Ahora, sí, retomemos a Pessoa a través de Alberto Caeiro, en El guardador de los rebaños, 1925, para hacer un poco de terapia: "Mi mirada es nítida como un girasol. Tengo la costumbre de ir por los caminos mirando a la derecha y a la izquierda, y de vez en cuando mirando para atrás. Y lo que veo a cada instante es lo que nunca había visto antes, y me doy cuenta muy bien de ello. Sé sentir el pasmo esencial que siente un niño, si al nacer de veras reparase en que nacía. Me siento nacido a cada instante a la eterna novedad del mundo. Yo no tengo filosofía. Tengo sentidos. Si hablo de la naturaleza, no es porque sepa lo que es, sino porque la amo, y la amo por eso, porque quien ama nunca sabe lo que ama, ni sabe por qué ama, ni lo que es amar. Amar es la eterna inocencia, y la única inocencia es no pensar". Liberador, verdad, hemos necesitado sentarnos, claro, más cómodos, cogiendo aire. Todo esto a modo de entrante, primero y segundo plato. Pajas mentales, familia, cuñaos, que delicia. En esta reunión alrededor de la mesa camilla, bajo la higuera, o en este bar con terraza de Las Setas, quiero mencionar algunos libros que son novedades, interesantes y divertidos. Días apasionantes, de Naoise Dolan, publicado por la editorial Temas de Hoy. "Una novela sobre gente que se enamora, gente que tiene dinero, gente que no lo tiene, y gente que no sabe lo que quiere". Vamos con el siguiente, Poco bebo para lo mucho que tengo que tragar, de Débora Castillo, Martínez Roca. El título lo dice todo, provocador. Todo lo que sé sobre el amor, escrito por Dolly Alderton, editorial Booket. Porque nunca se sabe suficiente, es bueno ponerse las pilas. Y la traca final, la mejor, En tierra de hombres, de Adrienne Miller, ediciones Península. "El testimonio de una de las primeras editoras literarias en los 90 y de como encontró su voz en un mundo dominado por hombres narcisistas y genios atormentados. Se adentra en los prestigiosos círculos editoriales de New York, acogiendo en sus páginas a autores como Carver, Hemingway, Mailer o Foster Wallace". De cagarse. He hilado fino, a lo bestia. No podrán acusarme de vender humo, talento, sí. Acabo de pedir unas croquetas de jamón, el camarero hace una seña. Tres Cruzcampo fresquitas, ricas, ricas. Buñuelos de bacalao, unas bravas, gambitas, olivas y ya veremos. El día es eterno y la vida, también. No se aburre quien puede, sino quien quiere. 


Eres un enfermo

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