El pisito

Enloquezco con las palmeras en Sevilla, las amo. Miles de palmeras. De China, Japón, Australia, California, Arizona, Florida, México, Nueva Guinea, Islas Filipinas, Brasil, Argentina. Y si las elijo de chocolate y yema, tengo donde escoger: en La Campana, Lidia, más de cuatro generaciones en el gremio, El Águila, Ochoa, Manu Jara, Lalita, Suitcake, Zuccaro, artesanos de las milhojas. "Nos presentó tu amiga, la que dice que adivina futuros por venir. La calle del Pensamiento me lleva a aquella orilla, no sé si te acuerdas, regálame la silla que tiene arte, yo paso por tu puerta casi tó los días, yo paso y tú decides cuándo asomarte". Siete años de mi vida comprimidos en esta canción. Son las once en punto. La hora de la verdad. El pisito no defrauda, de locura. Como en las fotografías. El propietario, Evaristo, confiesa su admiración por Miriam Alía, lo sospechaba, con influencias de Hi Tech, atmósferas decorativas que envuelven el espacio en esa sensación out, offside, fuera de juego, al margen del mundo, fascinante. Recorremos todas las estancias, nada pasa desapercibido, las miradas no mienten, "nos interesa". Caminamos hacia la notaría, más tranquilo que el portero del Betis. Todo en regla, cerramos la operación. Llamamos a Natacha: "Oye, que vas a poder estrenar las aletas". Gritos de alegría, Helena hasta llora, tan sentida, pobre, que risa. Ahora sí que el cerebro es un panal de rica miel. De Sevilla a New York, once horas, veinticinco minutos. "Conocéis el Muelle". Un espacio singular, a orillas del río Guadalquivir. Un lugar de referencia para el ocio durante todo el año y a cualquier hora del día. La terraza con más flow. El Muelle de New York, tardes y noches, de doce a dos. Vigo, el primer recuerdo, maletas con pegatinas. El Puente de Brooklyn, la Estatua de la Libertad, Manhattan, vueltas y más vueltas, la vida, una ensaladilla rusa, un salpicón. "En qué piensas, figura". "En la niñez, Belén". La Casa de Pilatos, perteneciente a la Casa de Medinaceli, siglo XVI, estilos renacentista italiano y el mudéjar español. El Café Almazen, abierto de nueve de la mañana a ocho de la tarde. Café solo, sin azúcar, una necesidad. "Tortitas de camarones, un Jerez, unas olivas". "Camisa de lunares con volantes en las mangas", "tienes las de El Capote, de Bertín Osborne", "lo dices para que me tire al Guadalquivir de cabeza, no jodas, Belén", "je veux faire une sieste". Carmen, otra que tal baila, una siesta. "Qui a parcouru 1160 kilomètres d'affilée hier, je suis morte". Siempre odié esa costumbre tan española. "Au parc María Luisa et en bateau sur le Guadalquivir". "Entonces, ya no alquilamos las bicicletas", "je répète, tout, après la sieste, maintenant, nous mangeons à l'hôtel". Marchando, que es gerundio, para qué discutir, además, me quedaré roque, fijo.

Imagen: Miriam Alía. Casa Decor.


Regálame La Silla Donde Te Esperé

Entradas populares