Sábado

 "Eres, lo que no dicen las cartas, lo que puedo echar en falta, lo que no quiero perderme. Me gustas porque me asustas. Porque no tienes remedio. Me gustas porque me tientas. Por llevarme a tu terreno". Desayuno con café, porras y este poema de Ricardo Palma: "No soy los muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de la tumba fría, muertos son los que tienen muerto el alma y viven todavía. No son los muertos, no, los que reciben rayos de luz en sus despojos yertos. Los que mueren con honra son los vivos. Los que viven sin honra son los muertos. La vida  no es la vida que vivimos, la vida es el honor, es el recuerdo, por eso hay muertos que en el mundo viven y hombres que viven en el mundo muertos". Sábado azul, despejado, eterno. Esta sutil belleza que me alcanza. A las doce abre el Café de Oriente. Un edificio del siglo XVII, con salas abovedadas, terraza, los Jardines de Sabatini y al fondo, el Palacio Real. Los jardines ocupan una superficie de 2,66 hectáreas, construidos en los años treinta, tras la proclamación de la Segunda República. Estilo Neoclásico, en patrones geométricos simétricos, con estanque, estatuas, fuentes, el canto de los pájaros y el disfrute de la gente. Aquí, como, ceno, muchas veces. Y a ratos desperdigados del día, me dejo caer. Lo más destacado del menú: las torrijas -especialidad de la casa-, el tartar de atún marinado con aguacate y mahonesa de mango, los huevos mollet con ragout de setas de otoño y Parmentier trufada. Coctelería de locura. No paso del gin-tonic, Bloody Mary, Margarita y Martini. Pero los paladares exquisitos y aficionados al alcohol pueden elegir entre una variedad de doscientas sesenta clases incluidos vinos. A mi lado, un hombre lee a Walt Whitman en inglés. "El padre soltero de la poesía del mundo", así lo define Mario Bojórquez en los doscientos años ya de su nacimiento. Otros poetas destacados en la poesía estadounidense: Dickinson, Bukowski, Lowell, Cummings, Frost, Sylvia Plath, Stern. "Nadie es imprescindible". Hay frases horrorosas que se repiten como letanías, el opio del pueblo. Cómo podríamos sobrevivir sin los citados, imposible, aparte del oxígeno que respiramos. Como podríamos colocar, además de los pies, uno delante del otro, para caminar, sin la intención, devoción, acción, inspiración. Así pasa con las palabras. Como poder definir, conceptuar, cosas, paisajes, personas, sin antes no haber bebido de la poesía, ese bien universal, alimento para el alma. Comienza a llenarse la terraza, grupos, matrimonios, familias, solitarios, sibaritas, pensadores, lectores, enamorados, viajeros del tiempo, la fauna de colores diversos me fascina. Acompasados, los latidos del corazón, este milagro que es la vida. Lloverá caldo, sangre, dinamita, dicen los pesimistas. Hay que trascender para transmutar en el arte de la alquimia. Solo los locos entenderán lo que digo. Por cierto, ayer, de noche, el canto de una rana en una charca. Augurios de esperanza. Ningún pasado fue mejor, ningún presente tan acertado. Viviremos para contarlo. 

Imagen: Café de Oriente/teveomadrid.com


Zenet. Me gustas

Entradas populares