La cena

 "Tan locos saltaron la verja de un parque, a ciegas cruzaron por las avenidas, tan locos pensaron hacerse piratas, surcar en velero los mares de China. Los dos se encontraron en el mismo cuento. Los dos se encontraron justo en el momento". Y llegó la cena. El lenguado a la Meunière olía de maravilla. Ya lo explicó bien la cocinera Julia Child en su libro El arte de la cocina francesa, "es la apertura del alma, el espíritu", refiriéndose a esta receta. "La mantequilla es inglesa, Just Like Butter, alcaparras, perejil, un buen chorro de zumo de limón. En vez de servirlo con patatas cocidas, lo asiento sobre un colchón de espárragos verdes, aceite de oliva, pimienta negra molida y sal". Así, como quien hace un puzzle o levanta castillos, perfecto. "Para beber, un Sauvignon Blanc. Podría emplearse un Chardonnay, o pasar a los más potentes, los tintos Merlot, Malbec, Cabernet Sauvignon". Eché mano a unas nueces, sin perder detalle de la explicación. Todo el edificio tiene hilo musical. Bossa Nova, tenue, en Brasil, que gozada de velada. Este verano no me muevo de Madrid. Quiero recuperar el tiempo perdido. Me corresponde en cuadrante diez días y entero el mes de agosto. Ese mes llega Natacha, que tendrá que recuperarse del estrés en París. Hablamos de cine, otra pasión en común. "Después podemos ver alguna película". Belén nació en Chamberí. Es gata por los cuatro costados, alta, tipazo, guapísima, morena, de ojos negros y larga melena. Es Sabrina Ferilli, con cuarenta y seis años, los cumplió en enero.  Eso pensé la primera vez y ahora, también. Tiene cinco hermanos, todos en Madrid, los padres viven en Londres desde hace diez años, y tienen casa en Serrano, ahí suelen reunirse en Navidad. "Van y vienen, depende, no dan guerra". "Claro, la guerra la das tú por todos. Oye, sabes que es el mejor de los inventos, el hilo musical." "Lo inventó en 1910 un general de división, George Squier". He traído unos tocinillos de cielo para el postre. "Hay que añadir Cosmopolitan, de cosecha propia, un cóctel para subirse por las paredes, no defrauda". "Por Dios, no me mates, habrá que llamar a un taxi para cruzar la calle". "Vamos a perder el sentido, a beber como cosacos hasta reventar, si caes sobre la moqueta, no hay peligro, estás a buen recaudo". Los perros dormían a pierna suelta desde hacía un rato largo. "A ver, figura, que disparo. Si aciertas, no hay taxi, te quedas". Voy a acertar, seguro, no podía dejar de reír a carcajadas. "Lo que llaman amor los hombres es sobrado, pequeño, sobrado, restringido y débil, comparado con esta inefable orgía, con esta santa prostitución del alma, que se da toda ella, poesía y caridad, a lo imprevisto que se revela, a lo desconocido que pasa". Es Charles Baudelaire, inconfundible. 

Imagen: Las Salesas/tripadvisor.es


Zenet. Un beso de esos

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