El ramo de flores

 Hoy recibo en mi despacho un ramo de flores con una tarjeta: "veintisiete años". Sí, nos conocimos en aquella casa donde Agustín Goytisolo, Carmen Alborch, Terenci Moix, Carmen Romero y Mary Santpere tomaban café hablando de literatura, amor y desamor, que es lo mismo. Fue en aquel preciso momento que el anfitrión me dijo: "Ven, te voy a presentar, es gallega y periodista". Alta, rubia, guapa, de piernas largas, y ojos maliciosos. Sonreíste y con esa arrogancia tuya, supiste nada más verme que me habías gustado: "Vaya, vaya, difícil e interesante". Esta fue tu contestación. Salimos juntos de la velada mientras Carmen Alborch nos contaba que quería viajar a Egipto, su gran pasión. "Y tú, por donde te mueves, o eres un hurón". "Por todas partes, como Dios". El principio de aquella amistad y lo que vino detrás. Nos unió el café, las frases lapidarias y muchos libros. Después dejaste de leer, el ajetreo de la tele, las juergas, devaneos, los colirios, la piscina, la noche y los días de gloria, Barcelona, Madrid y para casa. Tú por un lado, yo por el mío, y vuelta a encontrarnos, con saludo, sin saludo, en la distancia nos mirábamos, como los toreros desde el burladero, en los famosos "grupitos" de la profesión. Los tuyos tan chic, los míos más espesos y aburridos, claro. "Acabarás pasándote a corazón, la cultura no da dinero y la política, de quita y pon. Qué vas a hacer esta noche". "Voy a una cena, estará Elena Ochoa, acompáñame". "Vale, a lo mejor hasta me ajustan algún tornillo, espera, que voy a despedirme". Así de imprevisible, siempre, farmacia de guardia. Jóvenes, guapos y con tensión sexual. Una de las noches mágicas que pasé contigo con final feliz. Al día siguiente ya buscabas nuevas autopistas en un coche de carreras, junto a la mejor de tus letanías "esto no ha significado nada, eh, cada mochuelo a su olivo". Viajamos a Cadaqués, a Málaga, Sevilla, Vigo. Me fui a Londres y volví. Estaba de moda el espiritismo y aquellos círculos de los noventa en Madrid. Desde Cuqui Fierro, Aceves, la reina Sofía, escritores, modistos, banqueros, políticos, gente de paso, curiosos, algún alma en pena y tú. Lograste convencerme de que podría hablar con los muertos, fantasmas, apariciones, mensajes del más allá, para mí en el más acá. Cualquier cosa por estar a tu lado. Huelo los lirios, las rosas, las margaritas y esos tulipanes que recordaste son mis favoritos. Y el 27, suman nueve, la casa del estudio y los viajes. La memoria, y sigo recordando. Saldré del despacho bajo esta gimnasia, la de recordar cuando se ha vivido tanto. Tanto, tanto, tantas vidas no dan para tanto. O sí. La eternidad, la repetición, vuelta a empezar. La rueda de la reencarnación y el saberte viva, soltera, libre, animal de calor, sin pudor ni condición, bajo el azul nítido, el cielo de Madrid. 

Imagen: Café de Oriente en Madrid/ minube.com


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