Singapur

 Médicos robots, taxis sin conductor, sensores para evaluar el nivel de contaminación que, por cierto, es de los más bajos del mundo, y una renta media  en torno a los 46.000 euros anuales. Así vive la gente en Singapur. Fibra óptica, máxima velocidad en internet, sensores, monitores, drones para vigilar el tráfico, la polución de la más baja del planeta, un botón del pánico en todas y cada una de sus viviendas para que, en caso de incidencias, familiares y servicios sanitarios acudan al instante. No existe el desempleo, la educación brillante, naturaleza integrada a través de granjas, jardines verticales, con árboles gigantes que regulan la temperatura absorbiendo y dispersando calor. Han aprendido a diseñar vida y tecnología respetando medio ambiente, recogiendo agua de lluvia, luz solar, en una estética absolutamente futurista. Singapur es otra galaxia, otro mundo que demuestra que el futuro está ahí y funciona. A pesar de la diversidad de culturas, lenguas, religiones, funciona, vaya que sí. Y eso, como puede ser. La respuesta les va a sonar, de oídas, claro: respeto y tolerancia. Chauvinismo, ya estamos. Pues, tampoco. Singapur se independizó de Gran Bretaña en 1959. En aquel momento sus antecedentes eran: delincuencia, paro, analfabetismo, crimen organizado, mercado negro, narcotráfico, burócratas y policía corrupta. Lee Kuan Yew accede al poder y decide cambiarlo todo. Viajero incansable, toma la ciudad de Londres como inspiración y toda su experiencia personal con otras capitales premium, y lo hace con determinación, con un sistema judicial independiente, una administración eficiente, a base de tecnócratas, que saben hacer su trabajo, en equipo, con honestidad, y en materia de educación, diez, sí, once, doce, trece, una maravilla. Un Banco Central considerado el mejor del mundo. Cuatro lenguas oficiales: mandarín, malayo, inglés y tamil. Una dictadura, dicen los medios de comunicación. Control, control,  y control. Vaya, que pena. Existe la pena de muerte para el tráfico de drogas. Y dependiendo el tipo de delito, hasta latigazos, pero a quién no le viene bien de vez en cuando unas ostias. Visiten Singapur, anoten en la agenda. Solos, acompañados, no se la pierdan. Tengo un amigo pintor que lleva diez años yendo. En 2019 decidió quedarse allí para siempre. "Es la mejor apuesta que he hecho en la vida, vente, no lo pienses". Sí, me lo estoy pensando. Por cierto, su presidente actual es Halimah Jacob.

Imagen: Andreas Eicher/sicherheit.info


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