La decisión

 Llovía en la Plaza del Toral, torrencialmente, como lo hace siempre en Compostela. En Madrid el frío traspasaba las orejas. Y en Vigo, en la Isla de Toralla, en uno de sus apartamentos, amaba a esa mujer fría de mirada tostada, miel y galleta. Una despedida buscada, acompasada, perfecta, donde el ruido del mar acompañaba a un cigarrillo encendido, mientras los años, los inviernos, veranos, primaveras, hacia adelante, atrás, nos volcaban en otras realidades, imaginarias, crudas, discretas, llamativas, vivas o ausentes, da lo mismo. El tiempo como humo, fugitivo, testigo mudo, enterrado en fina arena, haciendo acto de presencia y disculpándose por lo inoportuno. Le invité a sentarse en aquella silla, junto al abrigo, chaqueta y corbata apoyados sin dar guerra. "Tenemos tanto de que hablar". No lo creas, mírate. El aire ya viaja en primera haciéndose un hueco, demasiado tarde, pero siéntate, insisto. Me has guiado por océanos, tierras movedizas, espacios de abandono, acercamientos, pesquisas, humilladeros y rejillas a media voz. Siempre en pie, a la espera de nuevas instrucciones. "Y ahora qué". Ahora, nada. Ahora decido parar, anquilosado en rebelión, por destino propio, más allá de frontera impuesta. "Es peligroso, tú verás". No, ese rachado naranja avisa de otras épocas, discursos, en clave, para los desertores que no aceptan las máscaras en medio de las noches y desiertos. Es el manto del silencio que duerme anunciando que se queda para siempre acodado en la sonrisa, la silueta de otros caminantes oblicuos, dispersos, que ya conocen la ruta. Llegas tarde, amigo, con los relojes cambiados. Pero siéntate, insisto. Mira al amor dormir, como lo hago yo, paciente, relajado, distante, cercano, porque todo es posible. La era del camaleón arrasa sin medias tintas, contundente, mudando la vieja piel. "Dame fuego, una copa". No fumo, no bebo, pero ahí tienes la puerta y la vas a atravesar sin dilaciones, tiempo, amigo mío, porque éste es mi deseo y así lo ordeno, ya no te necesito. Y el tiempo mira receloso, reconociéndose en el espejo como un perdedor, vencido.

Imagen: Playa de la Isla de Toralla/masmar.net



Entradas populares