Francisco Umbral

 Francisco Umbral claro que reía, reía y a carcajadas. Sentado alrededor de la mesa camilla, junto con España, su mujer, en aquel salón de enorme ventanal en su chalet de Majadahonda. En la intimidad la figura de Umbral se recortaba como una fierecilla domada, sin sobresaltos y diría que hasta calmada. Con sus días mejores y peores debido a una fuerte medicación y un estado de salud extremadamente delicado. Hablaba con frecuencia de su infancia, como lo hizo en su obra "Un ser de lejanías". Ese tiempo onírico en el que se reflejaba remando por el Pisuerga en su Valladolid. "Hoy el río me podría, me ganaría, que pena, antes no". Podría resultar lacónico, lúgubre por momentos, el paso del tiempo es así de realista e hiriente, también. España, no María, ni María España, España sembraba, podaba, regaba, aquel vergel, un jardín esplendido, multicolor, de fragancias, con piscina, de manera magistral. "Todo lo que ahora contemplas, desde cero lo inició, sola, sin ayuda de nadie, con ese tesón, esfuerzo, sacrificio, es admirable". Y nosotros, en silencio, mirábamos, mientras iban cayendo los dorados de la tarde y se acercaba con una espléndida jarra de limonada, galletas y café". Una presencia, una mujer, fundamental, de enorme personalidad, la mujer de Paco Umbral. Repito, España. A ver si entra, de una maldita vez. Cierto día, un fin de semana, porque yo los visitaba en fines de semana. "Sábado y domingo, Paco y yo estamos solos, no hay visitas. Te vienes a comer, al café, como quieras, eso sí, llama antes". Y así quedó para siempre. Decía, que cierta tarde, a eso de las veinte horas, Paco tuvo un mareo y resbaló de la silla. Lo trasladamos entre los dos a la cama. "Lleva unas semanas complicadas. No duerme en toda la noche, ve monstruos saliendo de los armarios, por la habitación. Tengo que cambiarlo y las sábanas también, bañado en sudor, con el terror en su cara". Fueron enormes las confidencias de la pareja a lo largo de los últimos años. Nuevamente volvemos a lo mismo. Podría contar, decir, ilustrar, tantas cosas que no van a salir en ese documental "Anatomía de un dandy" sobre la vida y figura del escritor. No porque pudieran ser de naturaleza escandalosa, depende, a lo mejor, porque afecta a la privacidad y en su momento con el mayor de los cariños, aprecio, estima, confianza, te dicen: "Que no salga de aquí". Y ya es bastante. Sí, para mí lo es. Y ni siquiera, falleciendo España, traicionaría publicamente esa palabra. Una mujer que lleva la Fundación con entrega total a quien fue su marido, perpetuando su genio, figura y obra literaria, no se merece otro pago que el de la fidelidad, la admiración y el aplauso. Paco, o el señor Francisco Umbral, sin España no hubiera triunfado nunca. Y punto. Hay muchos casos que evidencian esta realidad. Ha sido su confidente, cómplice, asesor, secretaria, más que en la sombra, en el plano real, absoluto. Y no siempre fueron flores, no me estoy refiriendo a la muerte de su hijo. Son otras peculiaridades, crisis, problemas importantes que sí llegaron a tambalear tan idílica pareja. Y como dice el cuento..."Fueron felices y comieron perdices". Por cierto, un consejo del señor Umbral: "Nunca te presentes a un premio literario que previamente no puedas conchabar". España, te lo debía. Gracias, por ser tan grande.

Imagen: Francisco Umbral en 1966. Santi Burgos/elpais.com




Entradas populares