La huída

 Aquella noche me despedí de Madrid. Malasaña olía a tierra mojada, cigarrillos, licor café, charlas desenfadadas, anotaciones sobre kafka, Cicerón, Freud, Pessoa y cierto desasosiego de un tiempo que se perdía. Para siempre. Un adiós sin retorno que recordaría trece años después en mi piso de París. Amores furtivos, sonrisas, muecas forzadas, inventadas, dibujadas, crónicas firmadas con pseudónimos en aquellas redacciones, donde la confianza se prestaba a ratos, o alquilaba. Éramos felices bajo la dictadura de la palabra, los rumores, las pesquisas sobre personajes que diariamente asediaban las portadas. Soñábamos a color, sí, sabiéndonos elegidos del momento histórico qué atravesábamos. Quiero volver allí, ésta noche y tantas noches en el futuro, quiero apalancarme en cualquier esquina de Chamberí. Mirar la luna a golpe de un Lucky Strike y con la sonrisa ancha recordar a Amanda.

Imagen: Trash bag street/Ryan Mcguire/gratisongraphy.com




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